jueves, 4 de agosto de 2011

Nos entregó su Corazón - Catequesis n° 9

El fin de esta catequesis es ayudar a los jóvenes a preparar la Consagración de la Juventud del Mundo al Sagrado Corazón de Jesús que realizará el Santo Padre Benedicto XVI en la próxima Jornada Mundial de la Juventud.

La primera catequesis, que da comienzo al camino de preparación para la Jornada Mundial de la Juventud, ponía de manifiesto la búsqueda interior del hombre, que se manifiesta en la persecución de la felicidad. Este deseo del hombre no halla una respuesta en la glotonería de los bienes efímeros, ya que su naturaleza lo llama -aunque no se percate- hacia algo más alto, más puro, más noble. "El hombre está creado para lo que es grande, para el infinito”, sentenció alguna vez Benedicto XVI, con motivo de la la JMJ de este año.
Esta persecución del hombre en busca de la felicidad lo impulsa a añorar un amor que lo abrace fervientemente, de
manera sostenida y verdadera; en fin, un amor sólo posible de ser transmitido por Dios. "Dios se nos ha manifestado precisamente como el Amor infinito, eterno, personal y misericordioso que responde de un modo pleno a las ansias de felicidad que hay en el corazón de todo hombre", responde la catequesis.
Pero el corazón de todo hombre se mantiene inquieto frente a este abrazo Paternal, en parte por ser el hombre un ser finito, y en parte por ser pecador. "Una y otra vez tropezamos con la piedra de nuestro egoísmo -reza el texto catequético-, del desorden de nuestras pasiones que nos impiden alcanzar ese Amor. El corazón del hombre 'necesitaba' de un Corazón que estuviera a su 'nivel' y que por otro lado fuera omnipotente para sacarlo de su finitud y de su pecado. En Jesucristo Dios ha salido al encuentro del hombre y nos ha amado 'con corazón humano' ".
Y el Amor que Dios tiene por el hombre ha llegado a la plenitud en la Cruz. Hasta allí ha llegado el Amor de Dios, que ha hecho morir a su Hijo para redimir nuestra suerte de pecadora en justa. Del costado abierto de Cristo en la cruz, el hombre despierta a la vida divina, descubre el Amor de Dios y comprende y asimila una forma de amar. Del Corazón de Jesús, vivo y resucitado, brota la fuente en la que el hombre debe beber para saciar su sed infinita de amar y ser amado. Es, por tanto, en este encuentro personal «de corazón a Corazón» donde el hombre vive “arraigado y edificado en Cristo, firme en la fe” (Col. 2, 7)

Durante siglos, la Iglesia ha fomentado la devoción ante el Sagrado Corazón de Jesús. Es Cristo en persona quien manifiesta a Santa Margarita María Alacoque "el Corazón que ha amado tanto a los hombres y que no recibe más que ingratitudes y afrentas". "Junto a esta santa tenemos que destacar a San Claudio de la Colombiere S.J. -menciona el texto catequético-. Fue el director espiritual de Sta Margarita Mª. Será el encargado de propagar el mensaje del amor del Corazón de Cristo por los lugares más lejanos".

La Consagración al Corazón de Jesús es un acto con el que los jóvenes del Mundo, presididos por el Santo Padre, dirigirán sus miradas confiada a Jesucristo, para pedirle les ayude a vivir “arraigados y edificados en Cristo y firmes en la fe” (Col. 2, 7).
Por último la consagración es un acto de amor. Los jóvenes del tercer Milenio como el apóstol Tomás queremos “tocar a Jesús, metiendo la mano en las señales de su Pasión, las señales de su Amor” (Mensaje JMJ).

Al consagrarnos “tocamos a Jesús”, renovando la gracia de nuestro bautismo con la que fuimos introducidos de lleno en ese Amor. Se afianza en nosotros el deseo de beber constantemente en las fuentes de donde brota la vida divina que son los Sacramentos, especialmente la Eucaristía y el Sacramento del Perdón. Y por último nos introducimos en su mirada misericordiosa para poder estar siempre cerca de los más pobres y enfermos, siendo para ellos manifestación palpable del Amor de Dios.

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